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«Ser sapiente no te da derecho a ser tedioso».
Zoila Vega Salvatierra

domingo, 4 de mayo de 2014

LOS CENTROS DE FORMACIÓN DE LOS NARRADORES AREQUIPEÑOS

Empezando por la esquina superior derecha y siguiendo el sentido de las manecillas del reloj: Willard Díaz, Orlando Mazeyra, Pablo Nicoli y Jorge Monteza.
Empezando por la esquina superior derecha y siguiendo las manecillas del reloj: Willard Díaz, Orlando Mazeyra, Pablo Nicoli y Jorge Monteza.

La formación técnica de nuestros narradores es importante. No podemos esperar que un carpintero realice bien su trabajo sin tener ninguna preparación como tampoco podemos esperar que un texto narrativo nos cause la misma impresión cuando lo cuenta un cuentero de los de antaño, cuando lo escribe un maestro del oficio o un recién iniciado. Dentro de este artículo excluiré la formación autodidacta, que si bien ha dado muchos autores reconocidos no está dentro del interés de este pequeño texto.

Un taller es donde se enseñan las técnicas del oficio, pero no se puede esperar que los que de allí salgan sean ya escritores; estos no solo salen de un taller, sino de la combinación de talento, oficio, disciplina y divulgación. Un taller contribuye a formar un escritor, no da un título que lo acredita a uno como tal.

Acompáñenme por el recorrido de los cuatro centros de formación de los narradores arequipeños.

El primer centro de formación se encuentra en la Universidad Nacional de San Agustín de Arequipa, específicamente en la Escuela de Literatura y Lingüística. Dentro de sus aulas se encuentra el taller de escritura creativa más antiguo de la ciudad: El Taller de Narración de Willard Díaz.

Si bien para acceder a él se debe ingresar a la Escuela de Literatura, previo examen de admisión, no se discrimina para nada a aquel que quiera llevar la asignatura de manera libre, pertenezca o no a la UNSA. Una de las mayores virtudes de este taller es la lectura no solo de los clásicos del cuento, sino de aquellos que por sus virtudes son de lectura imprescindible para aquel que quiera lograr plasmar en el papel un cuento bien contado, no en vano la asignatura se desarrolla en todo un año. Willard Díaz nos lleva desde los precursores del cuento moderno (Anderson, Chejov, Mansfield y Joyce) hasta los contemporáneos (Kundera, Ford, Carver, Munro) dándonos todas las herramientas necesarias para la construcción del cuento. Willard Díaz ha publicado un único libro de cuentos: Diario del retorno (El Santo Oficio, 2004); es finalista, en dos ocasiones, del concurso El cuento de las 1000 palabras de Caretas y compilador de los dos volúmenes de Técnicas del cuento.

Otro centro de formación es el Taller de Escritura Creativa de Orlando Mazeyra Guillén, que se realiza una vez al año y por dos meses en el CCPNA o en distintas filiales de universidades en Arequipa. Este es el taller más accesible para el público en general, pero no se crea por ello que es ligero. Mazeyra ha desarrollado una enseñanza acorde con su formación autodidacta. Apunta específicamente al aprendizaje de las técnicas narrativas y el arte del oficio. Tal y como Raúl Bueno lo llamara, Mazeyra es un escritor de raza, de aquellos en que el genio creativo traspasa las bordes de tecnicismos académicos instalando en el texto ese estilo inconfundible que solo los maestros del oficio pueden ofrecer. Mazeyra enfoca su taller hacia los consagrados Fuguet, Onetti, Reynoso, Ampuero, y explora detenidamente la infiltración de la vida del escritor en sus cuentos. Según Mazeyra todo acto creativo es un ajuste de cuentas, de allí la honda vena autobiográfica de todas sus publicaciones: Urgente: Necesito un retazo de felicidad (Bizarro Ediciones, 2007), La prosperidad reclusa (Cascahuesos Editores, 2009) y Mi familia y otras miserias (Tribal, 2013).

El Taller de Escritura Creativa de Jorge Monteza es el tercer centro de formación de nuestros narradores. Este taller es uno de los que también tienen mucha acogida por el público en general y en especial por los estudiantes de la Universidad San Pablo y de la Universidad Católica de Santa María. Monteza enfoca su taller a la aplicación de las técnicas narrativas en los textos, cómo se llaman, por qué se utilizan y cuándo sería más conveniente utilizar una en lugar de otra; les da las técnicas necesarias para el cumplimiento del oficio en un ambiente personalizado y acogedor; toma en cuenta a los clásicos modernos indispensables para el cuento como Hemingway, Carver, Cheever, Borges, Cortázar, Ribeyro, pero también se lee a los actuales como a Andres Newman, Samanta Schweblin, Daniel Alarcón. Dio luz a Alex Rivera de los Ríos, que hace poco ha publicado Nena, libro de cuentos publicado por La Travesía Editores. Jorge Monteza ha escrito un único libro de cuentos: Sombras en el agua (Cascahuesos, 2011), además de ganar el concurso de cuento de El Búho.

El último centro de formación lo dejo al Taller de Cuento Fantástico dirigido por Pablo Nicoli Segura. Realizado en años anteriores este taller estaba dedicado específicamente al cuento de horror, policial, suspenso; pasando por los maestros Lovecraft, Allan Poe, James, Conan Doyle, Stevenson, Barker, King, entre otros. Nicoli nos explicaba el arte del cuento fantástico en una enorme casona colonial los sábados por la tarde; es el más prolífico de los autores aquí citados: 15 libros, entre ellos recopilación de leyendas, cuentos, minificción y una novela. Los más destacados: Arequipa y sus misterios, Aventura de dos arequipeños en época de Cristo, Casonas encantadas, enigmas y lugares de poder en Arequipa.


La narrativa arequipeña está en auge, y acorde con ella una preocupación formal a la hora de escribir se hace necesaria. Los talleres son un excelente lugar para desarrollar el oficio de narrador. El talento no es suficiente, sino que hay que agregarle oficio, disciplina y dedicación. Que la inspiración te sorprenda trabajando dice un dicho popular, y no se equivoca, porque la suerte solo favorece a las mentes preparadas.