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«Ser sapiente no te da derecho a ser tedioso».
Zoila Vega Salvatierra

domingo, 20 de julio de 2014

Entrevista a Jorge Monteza


Jorge Monteza
—Licenciado en Literatura y Lingüística
—Maestría en Artes (UNSA)
—Maestría en Estudios Culturales (UNMSM)
—Docente en la Universidad La Salle
—Coordinador cultural de la Oficina de Arte y Recreación de la UNSA
Reconocimientos:
      2000 Juegos Florales Universitarios UNSA
      2008 Mención honrosa Concurso de cuento El Búho
      2009 Primer lugar Concurso Nacional Víctor Humareda, categoría cuento
      2010 Primer lugar Concurso de cuento El Búho
Publicaciones:
      Sombras en el agua (Editorial Cascahuesos, 2011)

   1. ¿Se puede hablar de literatura arequipeña?
           Sí, por supuesto, y legítimamente, el asunto es cómo usamos el término literatura arequipeña. Qué sentido le damos. Si lo usamos como una bandera chovinista creo que eso puede jugar en contra de la literatura arequipeña, puede reducirnos culturalmente; si la usamos como referencia, por supuesto que el término va a ser útil. Y recaer en esta idea de que está habiendo una literatura arequipeña puede servir para enorgullecernos a los arequipeños, pero puede perjudicarnos a la hora de hablar de una literatura peruana. Te mencionaba antes esto de que los limeños no tienen necesidad de hablar de literatura limeña, porque los libros que producen es la literatura peruana, entonces, nosotros tampoco tendríamos que producir una literatura arequipeña sino una literatura peruana desde Arequipa. Cualquier denominación que territorialice la literatura ha debe ser sometida a sospecha o mejor aún a una "desencialización" para evitar el peligro de fijarle rasgos que pasen como inamovibles en una cierta literatura recortada en función de los límites geográficos en que ésta se produce, literatura arequipeña, en este caso. No olvidemos que los escritores ya sea escritores hispanos, peruanos, ya sean limeños o arequipeños, construyen su lenguaje en base a interrelaciones con otros lenguajes de diversos escritores de diversas latitudes, lenguajes incluso no solo literarios. Sin embargo, de forma paralela, esa literatura produce significados que devienen en la formación de una identidad cultural. Vargas Llosa, en su etapa de formación era, y seguro lo sigue siendo, un amante de la literatura norteamericana y francesa; leyendo La ciudad y los perros, Conversación en La Catedral, etc., quién podría discutir que su literatura no sea peruana. La narrativa de Arguedas se ha nutrido mucho de los relatos orales quechuas, pero no se puede negar que en esa literatura hay una fuerte presencia también de Víctor Hugo, eso no la hace menos peruana. 

 2. ¿Cómo podemos delimitar una literatura o reconocerla como perteneciente a algún lado?
           A través de un criterio geográfico. Pero me parece que el criterio geográfico para delimitar una literatura es meramente referencial, en el sentido de que pueda servir para referirnos a un corpus sin que éste tenga un valor cultural, un valor temático. A mí me parece muy bien que la literatura que se está produciendo en Arequipa en estos momentos esté, en primer lugar, en auge, y en segundo lugar, sea tan variada. Hay escritores que incursionan en lo que se ha llamado realismo extremo, por ejemplo, Orlando Mazeyra, y al mismo tiempo Yuri Vásquez está publicando una literatura fantástica, y otro escritor importante en la escena arequipeña como Goyo Torres está más interesado en temas históricos. El interés de otros jóvenes escritores es más urbano, más actual, incluso por lo alegórico.
          Si vemos todo el espectro de la literatura arequipeña que se ha producido en los últimos años es muy variado, entonces, es literatura arequipeña porque se produce aquí, pero no podríamos decir la literatura arequipeña tiene esta tendencia. No, porque es muy variada. Claro, inicialmente, a algún crítico esto puede significarle alguna dificultad, pero a mí me parece que significa una riqueza, estoy a favor y estoy feliz de que la literatura arequipeña sea tan variada, tan heterogénea. De lo contrario podríamos caer en clichés de decir la literatura arequipeña produce sobre determinados temas, eso sería algo así como decir que un pequeño pueblo está interesado en expresar determinadas circunstancias, determinados temas, no, me parece más bien que esto es muy bueno.
        En términos culturales creo que el término arequipeño, calificar o darle el sello de arequipeño, es perjudicial. Yo sé que queda simpático decir la República Independiente de Arequipa y nos hace sonreír con un poco de orgullo a los arequipeños hablar en ese sentido, y yo también cuando he estado en Lima lo he mencionado como broma para jugar también; pero no, no podemos pensar en términos serios de esa manera, porque juega en contra de la identidad cultural de la literatura y porque tampoco se trata de producir una literatura peruana con un sello peruano como si se tratara de una marca Perú; la literatura, en principio, no tiene bandera, es universal, lo máximo que se puede hacer es utilizar estos términos de arequipeño, peruano, en función de referencias.

    3.  ¿Arequipa está fundada literariamente?
   Por lo que entiendo es una literatura donde aparezca representada la ciudad, y eso en las grandes ciudades, en las ciudades urbanas y cosmopolitas, hay una literatura que ha representado esa ciudad. Pensemos, por ejemplo, en cuántos libros, cuyos escritores son geniales, tienen no solo como escenario sino como personaje a la ciudad, Cuentos de Nueva York de O’Henry, para poner un ejemplo; y por supuesto hay una larga tradición en esto.  En Conversación en La Catedral, En Octubre no hay milagros,  por supuesto Lima, la ciudad es importante.
     En el caso de Arequipa, ciertamente, no hay una novela o novelas en las que esté fundada la ciudad en ese sentido, que tenga una representación de una dimensión amplia; salvo, quizá, la novela de Yuri Vásquez, El nido de la tempestad, sea un primer acercamiento; aunque no es una Arequipa actual, sí es una novela en la que los personajes caminan por las calles de Arequipa, la ciudad es el escenario más permanente y constante, cumple también una función en el discurso literario, pero es un primer acercamiento. No obstante, hay pasajes, en El nido de la tempestad, donde uno no sabe si es Arequipa o es Lima, es algo que particularmente a Yuri Vásquez se le escapa, creo yo, de las manos, porque él ha vivido varios años en Lima y sus cuentos están ambientados en Lima. Sin embargo, no creo que esto vaya en desmedro de la calidad literaria de la novela. Pero si la pregunta es ¿hay una representación de la ciudad, hay una fundación de la ciudad en la literatura?, creo por eso que El nido de la tempestad es un primer acercamiento a una fundación literaria de la ciudad, que puede suceder y puede no suceder posteriormente en otras obras, y si no sucede tampoco sería grave para la literatura.

    4. ¿Hay temas recurrentes en los libros publicados en Arequipa?
     No, me parece más bien que son temas variados, heterogéneos, como dije anteriormente y eso está muy bien, es muy bueno para la literatura. Te mencionaba la experiencia de un escritor, en el extranjero le preguntaron por qué temas está incursionando la literatura peruana y él responde que por ningún tema en específico y, es más, que la pregunta le parecía un poco ofensiva porque pareciera que este señor que preguntaba tiene la idea de que el Perú era un pueblito que tenía determinados temas en agenda.
Mientras mayor variedad, mientras más heterogénea la literatura, seguramente podrá representarnos mejor, precisamente a los peruanos y a los arequipeños también, que somos tan diversos; las tendencias homogeneizadoras siempre son sospechosas y perjudiciales.

    5.  Iván Thays, en su columna del diario El País, escribió lo siguiente: “Ya que todo es cultura vale lo mismo tomarse una foto en un muro incaico en el Cuzco que leer Los ríos profundos”. ¿Qué opina al respecto?
      Es, digamos, la visión posmoderna o una visión radicalizada de la posmodernidad concebir la cultura absolutamente como toda actividad; entonces, en el Perú estamos hablando de la cultura combi y paralelamente puede convivir la cultura libresca. Entiendo que son los antropólogos los primeros en hablar que absolutamente toda la actividad humana es cultural, y desde el punto de vista cognitivo no les falta razón, pero esto ha conllevado a que se confundan las cosas. Sí, toda actividad humana puede ser cultural, pero una cosa es leer a Vallejo y otra es el repertorio de palabras de un cobrador de combi, que en manos de un artista puede llegar a ser un poema, pero así como está no, tenemos que reconocer ahí que no se trata de algo estético, no se trata de algo elaborado. Creo que es un problema, es una crisis esta confusión cada vez más grave; entonces, la gente, especialmente los jóvenes, la nueva generación, tiene la idea de que un artista o una artista es Susy Díaz, y si ven a un literato no les parece para nada un artista; un artista le parece que es alguien de la vida del espectáculo de Chollywood porque en la televisión todo el tiempo dicen que ellos son los artistas. Es parte de la crisis de la posmodernidad radicalizada, y esta nos ha llevado a confundir una cosa con otra. En nombre de la tolerancia todo se ha aceptado. A mí me parece que Thays en esas líneas, que las dice irónicamente, por supuesto, lo que quiere decir es pues no, no, leer Los ríos profundos no puede ser lo mismo que tomarse un selfie al lado de las piedras de Machu Picchu.

6. Hablemos un poco de tu libro, ¿a qué se debe el nombre de Sombras en el agua?
      El nombre tiene que ver con una idea que me venía dando vueltas en la cabeza mientras escribía el libro, la idea del espectro, del otro, del desdoblamiento, hay muchos cuentos que incurren en esta idea, se originaron o fueron adquiriendo formas en mis lecturas de Borges y Cortázar. Yo quedé fascinado con esta idea de que todos contenemos un otro que está en contra de nosotros. Yo puedo decir que dentro de mí  hay alguien que está en contra de mí. Esta idea a mí me fascinaba y cuya representación máxima en la literatura y primera probablemente es el famoso Doctor Jeckill y Mr. Hyde de Robert L. Stevenson y que en Borges y Cortázar ha adquirido otras formas.
Con lo que estoy diciendo se entiende que en este libro las historias estaban muy vinculadas a ideas que desde el inicio tenía claras.  Este libro particularmente nació con un concepto. La idea de sombras en el agua tiene que ver con esto, primero la sombra, el espectro es ya una duplicación de uno, y el agua también refleja, es una doble duplicación de uno, por eso el título.

    7. ¿Prepara nuevas publicaciones?
     Sí, ahora estoy demorando un poco en publicar pero tengo previsto un libro de cuentos para el 2015. Demoré porque he emprendido una doble marcha paralela. Estoy concluyendo un libro de cuentos y, paralelamente, también he iniciado una novela. Bueno, estoy trabajando en la medida que puedo. A veces suelo admitir con un poco de ironía que soy un escritor de fines de semana, por el trabajo; pero sí estoy trabajando con cierta regularidad en estos libros.

    8. Quisiera que nos dé algunos consejos para escribir cuentos
      Tú sabes que dicto talleres de narrativa y a mis alumnos, no en la primera clase sino cuando ya entramos en confianza, les digo que aprender a escribir literatura siempre es un trabajo solitario. A pesar de todo, yo siempre recomiendo los talleres no porque uno vaya a aprender a escribir, sino porque es un buen medio, es un buen espacio para conversar de literatura, lecturas, de interpretaciones, de construcción del relato que se está avanzando y uno se critica y se autocritica y de esas conversaciones surgen más ideas para escribir, surge reconocimiento de los errores que uno está cometiendo y que en soledad uno demora más en reparar, y eso es provechoso.
     Creo que no hay fórmulas para escribir, yo cuando enseño —en la Universidad La Salle—a mis alumnos también les enseño a escribir pero de otra manera, les enseño, más propiamente, a redactar, y para eso sí creo que hay consejos: evita comas entre sujeto y predicado, escribe oraciones breves, no cometas redundancias, etc. Pero para escribir literariamente, ése es un trabajo solitario y depende de algo que podemos llamar “madera”, “pasta”; yo no creo que eso se pueda enseñar. Yo he aprendido mucho en el taller de narrativa de Willard Díaz en la universidad, pero no puedo decir que he aprendido a escribir en el taller. Bueno, la verdad no sé si podría decir siquiera que he aprendido a escribir, digo cuentos, literatura, yo disfruto haciéndolo, estoy casi, digamos, condenado a este placer y dolor de escribir, me siento así. Pero sí he aprendido muchísimo, en el taller, a cómo criticar un cuento, a observar; porque para escribir en primer lugar tienes que tener un mundo interior; mucha gente vive y muere sin saber del mundo que tiene interiormente. Otro aspecto es que tú quieras comunicar este mundo y puedas comunicarlo a través de la literatura, y eso es muy complejo, solo se da a través de la lectura; cuando tú lees a los maestros y sientes unas ganas irremediables de querer escribir algo así, solo ahí se produce el que tú quieras escribir. No creo en los escritores que no leen o leen poco. Por eso recomiendo los talleres porque es un buen espacio para leer y leerse críticamente.

    9. Recomiéndenos tres libros de autores arequipeños
     En principio, y esto no es que sea chovinismo, yo recomiendo toda la literatura que para estos fines vamos a llamar arequipeña; pero si uno está, digamos, apurado y quiere tener un conocimiento o quiere leer más sobre la producción local, recomiendo Espejos de humo de Goyo Torres; 

recomiendo El nido de la tempestad, una novela que hay que leer con bastante detenimiento, creo que puede decir más de lo que se ha dicho, de lo que han dicho los comentarios; 

me parece también importante leer libros de los escritores jóvenes y no tan jóvenes, un escritor que en el escenario puede parecer joven pero ya tiene varias publicaciones es Orlando Mazeyra y su libro Mi familia y otras miserias, me parece un libro que en la escena local ya es indispensable, por la madurez, por el oficio, a pesar de que resulta un poco irritante que entre cuentos muy buenos haya otros no totalmente cuajados.

Y después creo que la literatura arequipeña tiene libros dispersos, hay muchos escritores de un solo libro; me incluyo.

   10.  Recomiéndenos tres libros de autores peruanos
      Ahí es mucho más amplio, ¿de toda la literatura peruana?, ¿de los últimos años? Voy a asumir que es de la literatura contemporánea, del siglo XX, la que más conocemos. Me voy a referir a los tres escritores que considero más importantes de la literatura peruana. Vargas Llosa, de él podría recomendar Conversación en La Catedral

Los ríos profundos de José María Arguedas. Si solo leemos a Vargas Llosa tenemos una visión parcial del Perú, porque la literatura también es para eso, para dar una visión país, una visión nación, y esa visión la complementa muy bien Arguedas. 

Otro libro, ya por razones más sentimentales, es La palabra del mudo de Julio Ramón Ribeyro.


De escritores más actuales me gustaría mencionar a Enrique Prochazka, es un escritor que parece increíble que sea peruano, porque lo que escribe no es de tinte social como la mayor parte de la literatura peruana sino es de corte fantástico y hasta metafísico; Cuarenta sílabas, catorce palabras es un libro soberbio.
Otro es Daniel Alarcón, aclamado por muchos y ninguneado por otros, lo segundo especialmente aquí en nuestro medio por la crítica de “mala leche”. Alarcón es un escritor que sí escribe con tinte social y sobre el Perú, pero él ha vivido casi toda su vida en Estados Unidos y escribe en inglés; esta crítica, de “mala leche”, lo ningunea sopretexto de que no conoce el Perú. Eso me parece absurdo, primero porque no es cierto que no conozca el Perú. Hasta donde sé lo conoce de otra forma: a través de los relatos de la familia (su padre es arequipeño) y ha vivido temporadas en los últimos años, precisamente conociendo, investigando sobre el país en el que nació para escribir sobre éste. Esa forma de ser peruano me parece tan auténtica y legítima como el que ha vivido siempre aquí. Ahora, es un escritor joven y ha producido bastante y no toda su obra es regular, pero Guerra a la luz de las velas es indispensable.
El tercero. Estoy en las últimas páginas de Bioy de Diego Trelles y sin temor a equivocarme puedo decir que es una excelente novela y recomendarla, por supuesto.