El molle y el sauce
Nueva incursión de Zoila Vega Salvatierra en la
narrativa
narrativa
La editorial Arsam ha dado un gran paso para ser conocida. Su proyecto Colección Bicentenario es todo un acierto. Integrada por ocho novelas y un diario, esta colección nos trae ficción histórica que, sin duda, dará que hablar.
Dentro de la colección (la mayoría limeños), está la arequipeña Zoila Vega Salvatierra, autora que en los últimos años comienza a destacar en el mundo de la narrativa. Ella aporta a la colección con su novela corta El molle y el sauce, que ahonda en lo que fue la leyenda de Melgar. No dice nada nuevo. Ella misma lo aclaró en la presentación del libro la semana pasada, y lo que intenta es humanizar la figura de Melgar, pues “ahora no se escriben biografías, sino hagiografías de él”.
EL MOLLE Y EL SAUCE
“El molle y el sauce es una parábola sobre quiénes somos; reescribir el mito no nos hace ser irrespetuosos, sino más auténticos”.
Zoila Vega Salvatierra
Esta nueva incursión de Zoila Vega en la narrativa es parte de un proyecto. Según se dijo en la presentación del libro la semana pasada, este se inició hace ya tres años: se le pidió a algunos autores que ficcionaran sobre la historia peruana. Una de las narradoras seleccionadas fue Zoila Vega Salvatierra (autora de Cápac Cocha, Premio de Novela Corta del BCRP; Acuarelas, mención honrosa Premio Nacional PUCP; y Las Saucedo, uno de sus mejores trabajos), quien tuvo que “moldear” la novela bajo algunos “requisitos” (como la división en cuatro capítulos y el número de páginas, como señaló la también directora de la orquesta de cámara Calíope durante la presentación).
LO BUENO
El molle y el sauce es la conversación de cuatro amigos (a saber: Francisco Gonzáles Vigil, el diputado Laso, José María Corbacho y el presbítero Arce) en Lima, veinte años después de la muerte de uno de sus amigos comunes: Mariano Melgar.
Todo comienza en la casa de Corbacho, mejor amigo de Melgar. Allí llegan, poco a poco, los amigos de adolescencia. Al principio se discute la actitud de Juan Gualberto Valdivia en los funerales del poeta; luego, con la llegada de los demás compañeros, se comienza a recordar a Peroles, como le decían a Melgar en su adolescencia. Y, poco a poco, es evidente (quizá demasiado remarcado) la culpa que siente José María Corbacho por permanecer él con vida, mientras su amigo ha sido ajusticiado.
Es innegable la investigación histórica que se ha realizado para la novela. Tengo que confesar que no conocía el actuar de Juan Gualberto Valdivia en los funerales del poeta, recitando versos con una calavera en la mano. Además, esta novela corta revela los apodos de los amigos; así, a José María Corbacho le decían Batilo; y a Melgar, Peroles.
La mencionada comparación que hace referencia al título de la novela aparece en palabras de Peroles (Melgar): “Batilo [José María Corbacho], tú eres como un molle robusto, alto, fuerte, que resiste impávido los terrales de agosto. Yo soy como el sauce que siempre está llorando y sacude sus caídas ramas con el soplo del viento”.
“Lo hemos endiosado tanto que lo hemos dejado de conocer”, señaló la autora del libro. Y es cierto. Hay aspectos de su vida que se pasan por alto y que la autora da a conocer.
Por otro lado, son desmentidas las ya conocidas leyendas que circularon acerca del poeta: que el que desposa a Silvia, Manuel de Amat, es el que ejecuta la sentencia de muerte de Melgar, y otras. Todo esto ya aclarado en la biografía que escribió Aurelio Miró Quesada: Historia y leyenda de Mariano Melgar.
También se da a conocer los cargos importantes que adquirieron luego los amigos de Melgar: presidente de la Convención Nacional, presbítero, abogado acomodado. Además de la asistencia de Silvia, María Santos Corrales, a los funerales del poeta. En buena cuenta, logra dar vida a José María Corbacho.
La edición del libro es buena. La separación de los capítulos con hoja roja es un detalle destacable. La portada es adecuada. Las ilustraciones son de mediana calidad.
LO MALO
Es evidente que la obra está dirigida a escolares, muestra de ello son las imágenes que acompañan al texto; además de cierto aire de enseñanza-explicación en algunos pasajes de la obra (citando algunos poemas de Melgar incluso).
Como ya se dijo, la obra es un diálogo entre los cuatro amigos. Quizá eso le quita fuerza a la figura Melgar, a quien se intenta humanizar, como cuando se dice que tuvo mujeres (“una chola de trenzas y pollera” que salía de su tienda de campaña a altas horas de la noche). No digo que no sea cierto; es más, es muy probable así haya ocurrido, pero tal vez sea necesario recordar que la leyenda vive para servir de ejemplo a las demás personas. El que Melgar no tenga mácula es increíble, pero es “mejor” creerlo y pensarlo así. Tomando en cuenta que la intención de autora ha sido humanizar al héroe, no resulta impertinente plantearse estas cuestiones. Y probablemente por eso, precisamente, es que lo ha conseguido.
Se echó en falta el mecanismo por el cual José María Corbacho “crea” la leyenda de Melgar. En la novela solo se menciona que él es el responsable, pero hubiera sido revelador que se conozca cuáles fueron los medios: ¿sobornó a algunos funcionarios?, ¿pagó a redactores de periódicos para que popularizaran la leyenda?
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Cuatro amigos de Mariano Melgar conversan en la casa de José María Corbacho (con incursiones esporádicas de la esposa de este), veinte años después de la muerte del poeta, acompañados de una merienda y, más tarde, un poco de “aguardiente de uva”. Esta conversación servirá para que los amigos del vate relexionen acerca de la suerte aciaga de su amigo y aclaren, solo para ellos, cómo fue verdaderamente Melgar. Esto les servirá de consuelo y demostrarán, en el proceso, que, muchas veces, la verdad es distinta de lo que se cuenta y se rumora.