Empezando por la esquina superior derecha y siguiendo las manecillas del reloj: Willard Díaz, Orlando Mazeyra, Pablo Nicoli y Jorge Monteza.
La formación
técnica de nuestros narradores es importante. No podemos esperar que un
carpintero realice bien su trabajo sin tener ninguna preparación como tampoco
podemos esperar que un texto narrativo nos cause la misma impresión cuando lo
cuenta un cuentero de los de antaño, cuando lo escribe un maestro del oficio o
un recién iniciado. Dentro de este artículo excluiré la formación autodidacta,
que si bien ha dado muchos autores reconocidos no está dentro del interés de
este pequeño texto.
Un taller es donde
se enseñan las técnicas del oficio, pero no se puede esperar que los que de
allí salgan sean ya escritores; estos no solo salen de un taller, sino de la
combinación de talento, oficio, disciplina y divulgación. Un taller contribuye
a formar un escritor, no da un título que lo acredita a uno como tal.
Acompáñenme por
el recorrido de los cuatro centros de formación de los narradores arequipeños.
El primer centro
de formación se encuentra en la Universidad Nacional de San Agustín de
Arequipa, específicamente en la Escuela de Literatura y Lingüística. Dentro de
sus aulas se encuentra el taller de escritura creativa más antiguo de la
ciudad: El Taller de Narración de Willard Díaz.
Si bien
para acceder a él se debe ingresar a la Escuela de Literatura, previo
examen de admisión, no se discrimina para nada a aquel que quiera llevar la
asignatura de manera libre, pertenezca o no a la UNSA. Una de las mayores
virtudes de este taller es la lectura no solo de los clásicos del cuento, sino
de aquellos que por sus virtudes son de lectura imprescindible para aquel que
quiera lograr plasmar en el papel un cuento bien contado, no en vano la
asignatura se desarrolla en todo un año. Willard Díaz nos lleva desde los
precursores del cuento moderno (Anderson, Chejov, Mansfield y Joyce) hasta los
contemporáneos (Kundera, Ford, Carver, Munro) dándonos todas las herramientas
necesarias para la construcción del cuento. Willard Díaz ha publicado un único
libro de cuentos: Diario del
retorno (El Santo Oficio,
2004); es finalista, en dos ocasiones, del concurso El cuento de las 1000
palabras de Caretas y compilador de los dos volúmenes de Técnicas del cuento.
Otro centro de
formación es el Taller de Escritura Creativa de Orlando Mazeyra
Guillén, que se realiza una vez al año y por dos meses en el CCPNA o
en distintas filiales de universidades en Arequipa. Este es el taller más
accesible para el público en general, pero no se crea por ello que es ligero.
Mazeyra ha desarrollado una enseñanza acorde con su formación autodidacta. Apunta
específicamente al aprendizaje de las técnicas narrativas y el arte del oficio.
Tal y como Raúl Bueno lo llamara, Mazeyra es un escritor de raza, de aquellos
en que el genio creativo traspasa las bordes de tecnicismos académicos
instalando en el texto ese estilo inconfundible que solo los maestros del
oficio pueden ofrecer. Mazeyra enfoca su taller hacia los consagrados Fuguet,
Onetti, Reynoso, Ampuero, y explora detenidamente la infiltración de la
vida del escritor en sus cuentos. Según Mazeyra todo acto creativo es un ajuste
de cuentas, de allí la honda vena autobiográfica de todas sus publicaciones: Urgente: Necesito un retazo de
felicidad (Bizarro Ediciones,
2007), La prosperidad reclusa (Cascahuesos Editores, 2009) y Mi familia y otras miserias (Tribal, 2013).
El
Taller de Escritura Creativa de Jorge Monteza es el tercer centro de formación
de nuestros narradores. Este taller es uno de los que también tienen mucha
acogida por el público en general y en especial por los estudiantes de la
Universidad San Pablo y de la Universidad Católica de Santa María. Monteza
enfoca su taller a la aplicación de las técnicas narrativas en los textos, cómo
se llaman, por qué se utilizan y cuándo sería más conveniente utilizar una en
lugar de otra; les da las técnicas necesarias para el cumplimiento del oficio
en un ambiente personalizado y acogedor; toma en cuenta a los clásicos modernos
indispensables para el cuento como Hemingway, Carver, Cheever, Borges,
Cortázar, Ribeyro, pero también se lee a los actuales como a Andres Newman,
Samanta Schweblin, Daniel Alarcón. Dio luz a Alex Rivera de los Ríos, que hace
poco ha publicado Nena, libro de cuentos publicado por La Travesía Editores.
Jorge Monteza ha escrito un único libro de cuentos: Sombras en el agua (Cascahuesos, 2011), además de ganar
el concurso de cuento de El Búho.
El último centro
de formación lo dejo al Taller de Cuento Fantástico dirigido por
Pablo Nicoli Segura. Realizado en años anteriores este taller estaba
dedicado específicamente al cuento de horror, policial, suspenso; pasando por
los maestros Lovecraft, Allan Poe, James, Conan Doyle, Stevenson, Barker, King,
entre otros. Nicoli nos explicaba el arte del cuento fantástico en una enorme
casona colonial los sábados por la tarde; es el más prolífico de los
autores aquí citados: 15 libros, entre ellos recopilación de leyendas, cuentos,
minificción y una novela. Los más destacados: Arequipa
y sus misterios, Aventura de dos arequipeños en época de Cristo, Casonas
encantadas, enigmas y lugares de poder en Arequipa.
La narrativa
arequipeña está en auge, y acorde con ella una preocupación formal a la hora de
escribir se hace necesaria. Los talleres son un excelente lugar para
desarrollar el oficio de narrador. El talento no es suficiente, sino que hay
que agregarle oficio, disciplina y dedicación. Que la inspiración te sorprenda
trabajando dice un dicho popular, y no se equivoca, porque la suerte solo
favorece a las mentes preparadas.
por polemizar: los talleres de escritura, como los entiendo, son fenómenos muy contemporáneos destinados a menudo a suplir los caprichos de letrados sin seguridad que ven en la letra un espacio de movilidad social simbólica, es decir mal entienden la funciones básicas de la escritura como arte, es decir, son deleites de snobs sin(o con) dinero o sin seguridad, indistintamente. Por cierto, esta ciudad es apropiada para dichas cosas, ya que, en su imaginario es pacata y aburrida y se enorgullecen de estas condiciones. En fin, como lo sabrán perfectamente los camaradas que dictan estos talleres en aqp, éstos, no sirven para escribir, para ellos a menudo son obligaciones, o modos de placer económico o ególatra. Si quieres ser escritor amigo snob, primero, no vayas a esos talleres de narración o poesía, si quieres tener amigos confundidos y ligar ve. Si tienes deficiencias para escribir metete como máximo a un taller de redacción, (donde te enseñen a puntuar, a poner bien las tildes, y algo de retórica, para redactar desde cartas hasta artículos científicos planos) y si quieres ser escritor de verdad, mídete! Escribe no más que los escritores se agencian de modos mas elevados…, no hay un espacio de legitimidad artística inmediata, meterse a estos talleres es como meterse a un taller para aprender a ser tortas–sabiendo que para hacerlas tienes que estudiar mucho y harto, y no un par de semanas– y tan falso como seguir un curso para aprender a ser humano,... No le sigan haciendo daño a la humanidad por favor, que estamos en crisis y ustedes por saciar apetitos ridículos joden desde dentro…
ResponderEliminarel amigo de la sal