—Licenciado en Literatura y
Lingüística
—Maestría en Artes (UNSA)
—Maestría en Estudios Culturales (UNMSM)
—Docente en la Universidad La Salle
—Coordinador cultural de la Oficina
de Arte y Recreación de la UNSA
Reconocimientos:
2000 Juegos Florales Universitarios
UNSA
2008 Mención honrosa Concurso de
cuento El Búho
2009 Primer lugar Concurso Nacional
Víctor Humareda, categoría cuento
2010 Primer lugar Concurso de
cuento El Búho
Publicaciones:
Sombras en el agua (Editorial
Cascahuesos, 2011)
1. ¿Se
puede hablar de literatura arequipeña?
Sí,
por supuesto, y legítimamente, el asunto es cómo usamos el término literatura
arequipeña. Qué sentido le damos. Si lo usamos como una bandera chovinista creo
que eso puede jugar en contra de la literatura arequipeña, puede reducirnos
culturalmente; si la usamos como referencia, por supuesto que el término va a
ser útil. Y recaer en esta idea de que está habiendo una literatura arequipeña
puede servir para enorgullecernos a los arequipeños, pero puede perjudicarnos a
la hora de hablar de una literatura peruana. Te mencionaba antes esto de que
los limeños no tienen necesidad de hablar de literatura limeña, porque los
libros que producen es la literatura peruana, entonces, nosotros tampoco tendríamos
que producir una literatura arequipeña sino una literatura peruana desde
Arequipa. Cualquier denominación que
territorialice la literatura ha debe ser sometida a sospecha o mejor aún a una
"desencialización" para evitar el peligro de fijarle rasgos que pasen
como inamovibles en una cierta literatura recortada en función de los límites
geográficos en que ésta se produce, literatura arequipeña, en este caso. No
olvidemos que los escritores ya sea escritores hispanos, peruanos, ya sean
limeños o arequipeños, construyen su lenguaje en base a interrelaciones con
otros lenguajes de diversos escritores de diversas latitudes, lenguajes incluso
no solo literarios. Sin embargo, de forma paralela, esa literatura produce
significados que devienen en la formación de una identidad cultural. Vargas
Llosa, en su etapa de formación era, y seguro lo sigue siendo, un amante de la
literatura norteamericana y francesa; leyendo La ciudad y los perros, Conversación
en La Catedral, etc., quién podría discutir que su literatura no sea
peruana. La narrativa de Arguedas se ha nutrido mucho de los relatos orales
quechuas, pero no se puede negar que en esa literatura hay una fuerte presencia
también de Víctor Hugo, eso no la hace menos peruana.
2. ¿Cómo
podemos delimitar una literatura o reconocerla como perteneciente a algún lado?
A
través de un criterio geográfico. Pero me parece que el criterio geográfico para
delimitar una literatura es meramente referencial, en el sentido de que pueda
servir para referirnos a un corpus sin que éste tenga un valor cultural, un
valor temático. A mí me parece muy bien que la literatura que se está
produciendo en Arequipa en estos momentos esté, en primer lugar, en auge, y en
segundo lugar, sea tan variada. Hay escritores que incursionan en lo que se ha
llamado realismo extremo, por ejemplo, Orlando Mazeyra, y al mismo tiempo Yuri
Vásquez está publicando una literatura fantástica, y otro escritor importante
en la escena arequipeña como Goyo Torres está más interesado en temas
históricos. El interés de otros jóvenes escritores es más urbano, más actual,
incluso por lo alegórico.
Si
vemos todo el espectro de la literatura arequipeña que se ha producido en los
últimos años es muy variado, entonces, es literatura arequipeña porque se
produce aquí, pero no podríamos decir la literatura arequipeña tiene esta
tendencia. No, porque es muy variada. Claro, inicialmente, a algún crítico esto
puede significarle alguna dificultad, pero a mí me parece que significa una
riqueza, estoy a favor y estoy feliz de que la literatura arequipeña sea tan
variada, tan heterogénea. De lo contrario podríamos caer en clichés de decir la
literatura arequipeña produce sobre determinados temas, eso sería algo así como
decir que un pequeño pueblo está interesado en expresar determinadas
circunstancias, determinados temas, no, me parece más bien que esto es muy
bueno.
En
términos culturales creo que el término arequipeño, calificar o darle el sello
de arequipeño, es perjudicial. Yo sé que queda simpático decir la República Independiente
de Arequipa y nos hace sonreír con un poco de orgullo a los arequipeños hablar
en ese sentido, y yo también cuando he estado en Lima lo he mencionado como
broma para jugar también; pero no, no podemos pensar en términos serios de esa
manera, porque juega en contra de la identidad cultural de la literatura y
porque tampoco se trata de producir una literatura peruana con un sello peruano
como si se tratara de una marca Perú; la literatura, en principio, no tiene
bandera, es universal, lo máximo que se puede hacer es utilizar estos términos de
arequipeño, peruano, en función de referencias.
3. ¿Arequipa
está fundada literariamente?
Por
lo que entiendo es una literatura donde aparezca representada la ciudad, y eso
en las grandes ciudades, en las ciudades urbanas y cosmopolitas, hay una
literatura que ha representado esa ciudad. Pensemos, por ejemplo, en cuántos
libros, cuyos escritores son geniales, tienen no solo como escenario sino como
personaje a la ciudad, Cuentos de Nueva York
de O’Henry, para poner un ejemplo; y por supuesto hay una larga tradición en
esto. En Conversación en La Catedral, En Octubre no hay milagros, por supuesto Lima, la ciudad es importante.
En
el caso de Arequipa, ciertamente, no hay una novela o novelas en las que esté
fundada la ciudad en ese sentido, que tenga una representación de una dimensión
amplia; salvo, quizá, la novela de Yuri Vásquez, El nido de la tempestad, sea un primer acercamiento; aunque no es
una Arequipa actual, sí es una novela en la que los personajes caminan por las
calles de Arequipa, la ciudad es el escenario más permanente y constante,
cumple también una función en el discurso literario, pero es un primer
acercamiento. No obstante, hay pasajes, en El
nido de la tempestad, donde uno no sabe si es Arequipa o es Lima, es algo
que particularmente a Yuri Vásquez se le escapa, creo yo, de las manos, porque
él ha vivido varios años en Lima y sus cuentos están ambientados en Lima. Sin
embargo, no creo que esto vaya en desmedro de la calidad literaria de la novela.
Pero si la pregunta es ¿hay una representación de la ciudad, hay una fundación
de la ciudad en la literatura?, creo por eso que El nido de la tempestad es un primer acercamiento a una fundación
literaria de la ciudad, que puede suceder y puede no suceder posteriormente en
otras obras, y si no sucede tampoco sería grave para la literatura.
4. ¿Hay
temas recurrentes en los libros publicados en Arequipa?
No,
me parece más bien que son temas variados, heterogéneos, como dije
anteriormente y eso está muy bien, es muy bueno para la literatura. Te
mencionaba la experiencia de un escritor, en el extranjero le preguntaron por
qué temas está incursionando la literatura peruana y él responde que por ningún
tema en específico y, es más, que la pregunta le parecía un poco ofensiva
porque pareciera que este señor que preguntaba tiene la idea de que el Perú era
un pueblito que tenía determinados temas en agenda.
Mientras
mayor variedad, mientras más heterogénea la literatura, seguramente podrá
representarnos mejor, precisamente a los peruanos y a los arequipeños también,
que somos tan diversos; las tendencias homogeneizadoras siempre son sospechosas
y perjudiciales.
5. Iván
Thays, en su columna del diario El País, escribió lo siguiente: “Ya que todo es
cultura vale lo mismo tomarse una foto en un muro incaico en el Cuzco que leer Los ríos profundos”. ¿Qué opina al
respecto?
Es,
digamos, la visión posmoderna o una visión radicalizada de la posmodernidad
concebir la cultura absolutamente como toda actividad; entonces, en el Perú
estamos hablando de la cultura combi y paralelamente puede convivir la cultura
libresca. Entiendo que son los antropólogos los primeros en hablar que absolutamente
toda la actividad humana es cultural, y desde el punto de vista cognitivo no
les falta razón, pero esto ha conllevado a que se confundan las cosas. Sí, toda
actividad humana puede ser cultural, pero una cosa es leer a Vallejo y otra es
el repertorio de palabras de un cobrador de combi, que en manos de un artista
puede llegar a ser un poema, pero así como está no, tenemos que reconocer ahí que
no se trata de algo estético, no se trata de algo elaborado. Creo que es un
problema, es una crisis esta confusión cada vez más grave; entonces, la gente, especialmente
los jóvenes, la nueva generación, tiene la idea de que un artista o una artista
es Susy Díaz, y si ven a un literato no les parece para nada un artista; un
artista le parece que es alguien de la vida del espectáculo de Chollywood
porque en la televisión todo el tiempo dicen que ellos son los artistas. Es
parte de la crisis de la posmodernidad radicalizada, y esta nos ha llevado a
confundir una cosa con otra. En nombre de la tolerancia todo se ha aceptado. A mí
me parece que Thays en esas líneas, que las dice irónicamente, por supuesto, lo
que quiere decir es pues no, no, leer Los
ríos profundos no puede ser lo mismo que tomarse un selfie al lado de las piedras de Machu Picchu.
6. Hablemos
un poco de tu libro, ¿a qué se debe el nombre de Sombras en el agua?
El
nombre tiene que ver con una idea que me venía dando vueltas en la cabeza
mientras escribía el libro, la idea del espectro, del otro, del desdoblamiento,
hay muchos cuentos que incurren en esta idea, se originaron o fueron
adquiriendo formas en mis lecturas de Borges y Cortázar. Yo quedé fascinado con
esta idea de que todos contenemos un otro que está en contra de nosotros. Yo
puedo decir que dentro de mí hay alguien
que está en contra de mí. Esta idea a mí me fascinaba y cuya representación
máxima en la literatura y primera probablemente es el famoso Doctor Jeckill y Mr.
Hyde de Robert L. Stevenson y que en Borges y Cortázar ha adquirido otras
formas.
Con
lo que estoy diciendo se entiende que en este libro las historias estaban muy
vinculadas a ideas que desde el inicio tenía claras. Este libro particularmente nació con un
concepto. La idea de sombras en el agua tiene que ver con esto, primero la
sombra, el espectro es ya una duplicación de uno, y el agua también refleja, es
una doble duplicación de uno, por eso el título.
7. ¿Prepara
nuevas publicaciones?
Sí,
ahora estoy demorando un poco en publicar pero tengo previsto un libro de
cuentos para el 2015. Demoré porque he emprendido una doble marcha paralela. Estoy
concluyendo un libro de cuentos y, paralelamente, también he iniciado una
novela. Bueno, estoy trabajando en la medida que puedo. A veces suelo admitir
con un poco de ironía que soy un escritor de fines de semana, por el trabajo;
pero sí estoy trabajando con cierta regularidad en estos libros.
8. Quisiera
que nos dé algunos consejos para escribir cuentos
Tú
sabes que dicto talleres de narrativa y a mis alumnos, no en la primera clase sino
cuando ya entramos en confianza, les digo que aprender a escribir literatura
siempre es un trabajo solitario. A pesar de todo, yo siempre recomiendo los
talleres no porque uno vaya a aprender a escribir, sino porque es un buen medio,
es un buen espacio para conversar de literatura, lecturas, de interpretaciones,
de construcción del relato que se está avanzando y uno se critica y se
autocritica y de esas conversaciones surgen más ideas para escribir, surge reconocimiento
de los errores que uno está cometiendo y que en soledad uno demora más en
reparar, y eso es provechoso.
Creo
que no hay fórmulas para escribir, yo cuando enseño —en la Universidad La Salle—a
mis alumnos también les enseño a escribir pero de otra manera, les enseño, más
propiamente, a redactar, y para eso sí creo que hay consejos: evita comas entre
sujeto y predicado, escribe oraciones breves, no cometas redundancias, etc. Pero
para escribir literariamente, ése es un trabajo solitario y depende de algo que
podemos llamar “madera”, “pasta”; yo no creo que eso se pueda enseñar. Yo he
aprendido mucho en el taller de narrativa de Willard Díaz en la universidad,
pero no puedo decir que he aprendido a escribir en el taller. Bueno, la verdad
no sé si podría decir siquiera que he aprendido a escribir, digo cuentos, literatura,
yo disfruto haciéndolo, estoy casi, digamos, condenado a este placer y dolor de
escribir, me siento así. Pero sí he aprendido muchísimo, en el taller, a cómo
criticar un cuento, a observar; porque para escribir en primer lugar tienes que
tener un mundo interior; mucha gente vive y muere sin saber del mundo que tiene
interiormente. Otro aspecto es que tú quieras comunicar este mundo y puedas
comunicarlo a través de la literatura, y eso es muy complejo, solo se da a
través de la lectura; cuando tú lees a los maestros y sientes unas ganas
irremediables de querer escribir algo así, solo ahí se produce el que tú
quieras escribir. No creo en los escritores que no leen o leen poco.
Por eso recomiendo los talleres porque es un buen espacio para leer y leerse
críticamente.
9. Recomiéndenos
tres libros de autores arequipeños
En
principio, y esto no es que sea chovinismo, yo recomiendo toda la literatura
que para estos fines vamos a llamar arequipeña; pero si uno está, digamos,
apurado y quiere tener un conocimiento o quiere leer más sobre la producción
local, recomiendo Espejos de humo de
Goyo Torres;
recomiendo El nido de la
tempestad, una novela que hay que leer con bastante detenimiento, creo que
puede decir más de lo que se ha dicho, de lo que han dicho los comentarios;
me
parece también importante leer libros de los escritores jóvenes y no tan
jóvenes, un escritor que en el escenario puede parecer joven pero ya tiene
varias publicaciones es Orlando Mazeyra y su libro Mi familia y otras miserias, me parece un libro que en la escena
local ya es indispensable, por la madurez, por el oficio, a pesar de que
resulta un poco irritante que entre cuentos muy buenos haya otros no totalmente
cuajados.
Y
después creo que la literatura arequipeña tiene libros dispersos, hay muchos escritores
de un solo libro; me incluyo.
10. Recomiéndenos tres libros de
autores peruanos
Ahí
es mucho más amplio, ¿de toda la literatura peruana?, ¿de los últimos años? Voy
a asumir que es de la literatura contemporánea, del siglo XX, la que más
conocemos. Me voy a referir a los tres escritores que considero más importantes
de la literatura peruana. Vargas Llosa, de él podría recomendar Conversación en La Catedral;
Los ríos profundos de José María
Arguedas. Si solo leemos a Vargas Llosa tenemos una visión parcial del Perú,
porque la literatura también es para eso, para dar una visión país, una visión
nación, y esa visión la complementa muy bien Arguedas.
Otro libro, ya por
razones más sentimentales, es La palabra
del mudo de Julio Ramón Ribeyro.
De
escritores más actuales me gustaría mencionar a Enrique Prochazka, es un
escritor que parece increíble que sea peruano, porque lo que escribe no es de
tinte social como la mayor parte de la literatura peruana sino es de corte
fantástico y hasta metafísico; Cuarenta
sílabas, catorce palabras es un libro soberbio.
Otro es Daniel Alarcón,
aclamado por muchos y ninguneado por otros, lo segundo especialmente aquí en
nuestro medio por la crítica de “mala leche”. Alarcón es un escritor que sí
escribe con tinte social y sobre el Perú, pero él ha vivido casi toda su vida
en Estados Unidos y escribe en inglés; esta crítica, de “mala leche”, lo
ningunea sopretexto de que no conoce el Perú. Eso me parece absurdo, primero porque
no es cierto que no conozca el Perú. Hasta donde sé lo conoce de otra forma: a
través de los relatos de la familia (su padre es arequipeño) y ha vivido
temporadas en los últimos años, precisamente conociendo, investigando sobre el
país en el que nació para escribir sobre éste. Esa forma de ser peruano me
parece tan auténtica y legítima como el que ha vivido siempre aquí. Ahora, es
un escritor joven y ha producido bastante y no toda su obra es regular, pero Guerra a la luz de las velas es
indispensable. El tercero. Estoy en las últimas páginas de Bioy de Diego Trelles y sin temor a equivocarme puedo decir que es una excelente novela y recomendarla, por supuesto.
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